La bailarina del joyero musical: drama en el escenario [1]
A mi pequeña bailarina, de faldita rosa A Lilliana María Ansioso, toma el saquito de pana donde guarda prolijamente la llavecita dorada en forma de corazón, y la introduce en el cofre musical. Como si obedeciese a una trasmisión del pensamiento, la agraciada durmiente, hasta este momento tumbada sobre el aterciopelado paño, sale del coma y animada, se prepara para la exclusiva gala. Antes, su delicado perfil verifica en el cristal reluciente sobre el cual se dispone a ejecutar la coreografía. Está satisfecha con la primorosa silueta que observa. Pareciera reflexionar: “Luzco impecable. Ahora a complacer a mi señor”. Erguida sobre la luminosa pista, aparenta sonreírle airosa al único espectador quien desde su butaca de piel natural, frenético la recibe, le aplaude, le infunde intensidad. Es su perturbado seguidor eterno, que la invoca invariablemente cuando la nostalgia de pronto perfora su intimidad; cuando ciertos pensamientos ligados a su p